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Las fisuras abrieron simultáneamente en todo el mundo. Enormes fauces que dirigen hacia un reino de
tormento. Desde el abismo brotaban criaturas de pesadillas. Demonios de múltiples cabezas y
monstruosidades que ni siquiera tienen nombre. Al mismo tiempo, el sonido de un coro estruendoso de
trompetas sonaba en todo el mundo y franjas del cielo estaban sumidas en luz cegadora. De esta luz
llego la fuerza opositora, los ángeles del cielo. Vestidos en armadura reluciente, empuñando espadas y
picos, deslizándose elegantemente contra sus enemigos utilizando sus alas cristalinas.
Las puertas del infierno se habían abierto en áreas populadas, y los ángeles respondieron de la misma
manera. Era todo lo que alguien podía hacer para presenciar la carnicería. Demonios cortados en trozos,
ángeles destrozados en pedazos. Parecía como si la batalla fuese a estallar de la furia, hasta que el
fervor inicial se apago.
Las fuerzas del bien y del mal empezaron a volverse torpes. Fallando y cayendo. Podías escuchar los
gritos a kilómetros de distancia. Todos ellos sostenían sus cabezas, tratando de arañar sus ojos y oídos,
hasta que finalmente, luego de 27 horribles y confusos minutos, no había mas movimiento o sonido.
El mundo contuvo su aliento mientras la gente empezaba a acercarse a las zonas de batalla.
Muertos. Todos ellos estaban muertos.
En las siguientes semanas, no hubieron mas incursiones, y los científicos de cada campo y estudio
estaban comprometidos a descubrir lo que puedan sobre las figuras supernaturales. Al parecer, sus
sentidos eran mucho mas amplios que los nuestros.
Wi-Fi, celulares, satélite, radios privadas, AM/FM.
Al final, ellos estaban sordos y ciegos, antes de morir de la hemorragia y el sangrado.
Los aniquilamos con nuestra infraestructura.